Temporada OSCyL 1 2017-2018 Turno 2

OSCyL

- Sala Sinfónica
12 / 17 / 22 / 27 / 32 / 35 € • Fila OSCyL 50 € / Abonados OSCyL 40 €

Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Andrew Gourlay, director


Hector Berlioz (1803-1869), El carnaval romano

Felix Mendelssohn (1809-1847), Sinfonía n.o 5 en re mayor, op. 107, «Reforma»

Israel López Estelche (1983), Partita for orchestra (2017) (estreno, encargo de la OSCyL)

Ottorino Respighi (1879-1936), Pinos de Roma


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Una temporada en la que la consigna es «El arte de escuchar» supone un más que probable homenaje (y premio) a un público que mostró singular entusiasmo en la temporada anterior, la del 25 Aniversario. Predominan, así, obras de gran formato, indiscutiblemente amadas por los melómanos, y artistas igualmente reconocidos en el mundo de la música clásica. En cierta medida, este Programa n.º 1 así lo atestigua, ya que en él se podrá disfrutar de dos obras arrebatadoras y contundentes, un encargo (López Estelche es un magnífico compositor, ganador del I Concurso Nacional de Composición de la OSCyL) y una excitante sinfonía, gran forma musical convertida en favorita en las salas de conciertos.

Las interpretaciones de Berlioz del titular de la OSCyL, Andrew Gourlay, han cosechado múltiples alabanzas; por ejemplo, en la revista Mundoclasico.com, a propósito de su Romeo y Julieta: «Gourlay estuvo muy atento al equilibrio entre cuerdas (…) Se trata de un rasgo de inteligencia y comprensión». O en Codalario, sobre su Sinfonía fantástica: «La música tenía la capacidad de trasmitir lo que un joven puede sentir ante la ola de pasiones de un enamorado (…) Andrew Gourlay (…) consiguió una lozana sensación de espontaneidad».

Por tanto, las expectativas son altas con El carnaval Romano, así como en Pinos de Roma, obra que requiere parecidas capacidades para el color y la organización. Y esta última cualidad es fundamental para abordar con garantías la Sinfonía «Reforma» de Mendelssohn, también un singular ímpetu (en realidad se trata de un sinfonía juvenil tardíamente publicada) y sobre todo la capacidad de clarificar todas esas texturas fugadas que confieren a esta obra un carácter tan especial y «bachiano», algo que no la ha favorecido precisamente en relación a otras sinfonías más seductoras del compositor hamburgués, sobre todo las n.os 3 y 4.