Orquesta Sinfónica de Castilla y León
Daniel Müller-Schott, violonchelo
Gabriel Fauré
(1845-1924)
Peleas y Melisenda, op. 80: Suite
AntonÍn DvorÁk
(1835-1921)
Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104
Maurice Ravel
(1875-1937)
Dafnis y Cloe: Suites n.os 1 y 2
Los intérpretes de hoy son ya conocidos del público de la sala sinfónica. Jesús López Cobos, director emérito de la OSCyl, no necesita presentación. Su exitosa carrera ha producido un sinfín de grabaciones de los más diversos géneros, y su etapa en el Teatro Real dejó constancia de su tremenda capacidad y experiencia. Por su parte, respecto al noruego Truls Mørk, ha estrenado obras de compositores contemporáneos fundamentales, como Penderecki o Rautavaara, lo que habla directamente de su prestigio. A propósito de la obra que interpreta en esta ocasión ha afirmado: “El concierto de Dvorák es realmente el único para el instrumento dentro del romanticismo y del gran concierto. Brahms, cuando lo escuchó, dijo que si hubiera sabido que era posible componer algo así para chelo sin duda lo habría intentado”.
Si la temporada pasada pudimos disfrutar del Peleas y Melisenda de Arnold Schönberg, este año podremos hacer lo propio con el de Gabriel Fauré, totalmente distinto como es normal. En este caso se trata de la música incidental que el compositor francés compuso para una representación londinense de la obra homónima de Maeterlinck en 1898, de la que Fauré extrajo una suite en 1900.
Como ya se ha mencionado, en esta se sesión musical se continuará con el famosísimo Concierto para violonchelo de Antonín Dvorák. Concluido en 1895 en Estados Unidos, no cuenta sin embargo con elementos del folclore norteamericano, como sí ocurriría con su Sinfonía n.º 9, “Del Nuevo Mundo”. Construido a partir de una estructura muy clásica, esta obra sin embargo está repleta de ardor romántico y de algunas de las melodías más subyugantes del repertorio chelístico.
Las dos suites de Dafnis y Cloe fueron extraídas por Ravel del ballet compuesto entre 1909 y 1912, encargo de los Ballets Rusos de Diaghilev, y trata de la relación sentimental entre un cabrero y una pastora. En concierto, las suites se programan a menudo dada su brillantez armónica y temática, y algunos momentos se han hecho especialmente famosos, como el Amanecer de la Suite n.º 2.